La Isla de Margarita es una región rica en mitos, creencias, leyendas, anécdotas, refranes, costumbres y tradiciones, constituyendo un auténtico tesoro de folklore. Por ello, es crucial reunir y preservar este material disperso, asegurando su transmisión a las futuras generaciones. En gran parte, este invaluable trabajo fue llevado a cabo por el historiador José Joaquín Salazar Franco, conocido como “Cheguaco”, quien se dedicó a investigar y documentar la idiosincrasia de su pueblo, motivado por la preocupación de demostrar al mundo la riqueza de una cultura ancestral, llena de mitos y creencias, transmitidas de generación en generación. Este proceso no fue sencillo para él, ya que carecía de fuentes escritas que pudieran servir como documentación precisa. Esto lo llevó a recurrir, en gran medida, a la transmisión oral, a menudo marcada por exageraciones. En muchas ocasiones, tuvo que confrontar diversas versiones de un mismo relato para llegar a conclusiones confiables. 

Para Cheguaco, la Margarita autóctona se desvanece con la influencia de corrientes externas y el proceso de transculturación que ha permeado nuestras vidas. No obstante, sus raíces permanecen en las tradiciones de un pueblo humilde y trabajador, que, debido a su condición insular, se caracterizaba por una notable autosuficiencia. El gentilicio tiene su origen del mestizaje de los indios guaiqueríes, y a lo largo de varias generaciones, se dedicaron con esmero a las labores del mar y del campo, profesando con profundo respeto a la religión, con ello sus manifestaciones, como las velaciones de los muertos y los rezos. En estos espacios de espiritualidad, se compartían numerosas historias, anécdotas y relatos de los ancianos, quienes se sentían orgullosos de transmitir su herencia cultural, aprendida de sus antepasados. Las rutinas diarias se entrelazaban con momentos de celebración, como las Fiestas Patronales, los Velorios de la Cruz, las festividades navideñas y las parrandas, junto a bautizos y encuentros espontáneos, siempre acompañados de música y canto, cargados de relatos de un pasado lleno de fantasía. Todo esto forma parte integral de nuestro folklore, evocando la vida margariteña de antaño.

Conscientes de la importancia de preservar este legado, Cheguaco solicitó a Carlos Stohr que plasmara su trabajo en ilustraciones temáticas, complementando el contenido del texto. Las imágenes, que capturan el paisaje insular, la flora y fauna, las vestimentas tradicionales de su gente, así como las colinas y los ranchos locales, fueron realizadas in situ, lo que garantizaba su fidelidad y reforzaba los relatos, conectando más profundamente con la esencia, el sentir del pueblo y sus orígenes.

En este contexto, la Fundación Cheguaco y la Fundación Carlos Stohr se unen con el objetivo de continuar el legado de mantener vivas las creencias, mitos y leyendas margariteñas. Los invitamos a explorar y celebrar esta rica herencia cultural a través de nuestra exposición.

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